25 diciembre 2006

Los Delfines

Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.

Silvina Ocampo

"La verdadera otredad hecha de delicados contactos, de maravillosos ajustes con el mundo, no podía cumplirse desde en solo término, a la mano tendida debía responder otra mano desde el afuera, desde lo otro."
Julio Cortázar

Esta linda fotografía retrata la magia de los encuentros, el valor de la amistad, la construcción de ese puente con el otro. Ojalá algún día como humanidad seamos capaces de encender ese tipo de miradas. Juntos, amaneceremos un mundo solidario.
Y en estos días de cambiar el calendario y celebrar el amor fluyen sueños de conjugarse unos con otros.
Remamos hacia atrás para reconocernos y ser fieles a nuestros nombres.
Soñamos hacia adentro y también hacia afuera.
Soñamos el mañana cargado de frutos, de caminos que crecen, se cruzan, llevan y traen, se bifurcan, conducen... y siempre más y más, de miradas sin máscaras, de caricias, de palabras perdidas y encontradas, un camino de hallazgos, de puertas abiertas, de trabajo, de crepúsculos, de justicia, de brújulas, de salud, de cielos estrellados, de solidaridad y de personas, siempre distintas y únicas. Estrenen cada día y cada noche sueños náufragos, ellos serán orilla siempre.

¡Feliz año nuevo para todos!

*Fotografía tomada de Patas e Patinhas

12 diciembre 2006

Gala Según Pasan Las Estaciones

No es lo mismo dormir en verano que dormir en invierno.
En verano hay que estirarse como un bandoneón, pero en invierno cualquier pliegue de la cama es un iglú o sirve también enroscarse en un círculo perfecto.




02 diciembre 2006

Gatos del Jardín Botánico


Estos son algunos retratos de los gatos que viven en el Jardín Botánico de Buenos Aires. Son gatos que fueron abandonados por sus dueños, muchos son extremadamente mimosos y da mucha tristeza compartir una tarde con ellos y luego tener que dejarlos.
Hay mucha gente que se organiza por sectores para alimentarlos diariamente o paseantes, que como yo, concurrimos semanalmente para leer, caminar, tomar mate o simplemente tirarse en la hierba con la compañía de algún gato. También llevo alimento y muchas ganas de acariciarlos y hacerles sentir en ese instante que son únicos y especiales. Algo que todos nosotros sabemos que es verdad, pero que a veces el gato abandonado puede olvidar.
Ahora están felices porque llegó el buen tiempo a Buenos Aires. Son muchos gatos, dicen que son casi 300 gatos, muchos tímidos se esconden y se los ve sólo por las noches desde afuera, cuando el Jardín cierra sus puertas a los humanos y ellos se adueñan del lugar. Parece que los están castrando para que no se multipliquen pero siempre hay nuevos gatos abandonados. Siempre hay gente que no sabe querer.





09 noviembre 2006

Observatorio Gatuno


Parece, por lo que dice el cartel, que en Buenos Aires se va a desarrollar un Congreso Mundial sobre OVNIS. Y, evidentemente, hasta los gatos están preparados para avistar los ovnis en el firmamento porteño.
Ellos, dueños del misterio, no podían estar ajenos a los secretos del universo.


Como esta gata curiosa que, al anochecer, dejó la seguridad del Jardín Botánico de Buenos Aires para aventurarse por la vereda y observar desde su mirador.

Desde allí su mirada abarca el universo: su jardín, la peligrosa Av. Santa Fé y todo el cielo estrellado. ¿Estará esta noche, todas las noches, ahí subida observando la luna y las estrellas?.

31 octubre 2006

Comunidad gatuna

Esta es la comunidad de gatos que está a media cuadra de mi casa.



Maullando tango

"Na Lisboa que se corre a passo-e-passo há muita coisa de intrigar." *
J. Cardoso Pires
Esta fue la primera de tantas sorpresas que me regaló Lisboa. En mi primer día de paseo, en el Bairro Alto cerca del elevador da Glória, encontré en una pared a un gato soñando a Piazzolla. Un gato maullando al ritmo de Buenos Aires, Astor Piazzolla en Lisboa. La casualidad me llevó a esa calle y en todo el día no pude dejar de sonreír. Lamenté no tener a mano un tango de Piazzolla, como "cité tango", "presagio" o alguno con letra de Horacio Ferrer. Dicen por ahí que el azar responde al deseo más íntimo de uno. Lo creo.

* "En la Lisboa que se recorre pasito a paso hay muchas cosas curiosas."

18 octubre 2006

Princesa de mi vida

"Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino/alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías/ que tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilio/ y cerraron de golpe las bocas del azar./ Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol/ dioses egipcios por profetas ciegos/ garra tenaz por mano sin descuido/ hasta encontrar las puntas secretas del ovillo que devanamos juntas/ y fue nuestro pequeño sol de cada día./ Con errores o trampas/ por esta vez hemos ganado la partida."
Olga Orozco, "Cantos a Berenice" - Canto I- (a su gata Berenice)

Les presento a Gala, la gata con la que comparto mi vida desde hace casi 8 años. Nos encontramos al tiempo de llegar a vivir a Buenos Aires en una veterinaria, estaba muy mal cuidada, en una jaula muy chica y al lado de la puerta en pleno invierno. Cada vez que pasaba por la puerta la gatita se desvivía en maullidos y saludos, y mi corazón latía más fuerte. Entraba a mimarla y luego seguía mi camino. Hasta que un día comprendí que ya no podía seguir sin esa personita que me miraba a través de un cristal.

Es la gata de mi vida, a quien quiero y adoro desde el primer día que la vi. Quien me acompañó cada día en mis estudios, en mis tristezas y mis alegrías. Gata mimosa, tan mimosa, la gata de los mil maullidos, que ama el sol y pasar todo el tiempo posible sobre mis piernas. Gata alocada a la hora de jugar con gomitas de pelo, delfines de peluche y hacer travesuras. Gata impaciente ante una puerta cerrada, un plato vacío o una falta de atención. Gata triste cuando me preparo para salir. Gata desolada, gata angustiada cuando se descubre sola en la casa. Gata muy sensible, emocionalmente frágil. Tan frágil, que el año pasado encontraron un problema en su corazón e hipertensión y desde entonces está medicada diariamente. Gata cuidada como el más hermoso tesoro. Gala, mi pequeña gata, tenés para mí el tamaño del universo.

12 octubre 2006

Gatos sin fronteras

Todos los gatos fascinan y conmueven por su mirada. Ni los gatos abandonados pierden esa mirada tan profunda y penetrante que a los amantes de los gatos nos deja atornillados al sillón contemplándolos como quien intenta descubrir el más grande secreto del universo.

Una mirada hacia el cielo ¿o los sueños? y otra hacia la tierra, así mira el gato. Ellos son el punto de encuentro, donde, por voluntad de un dios o de una gota de lluvia coincidieron por un instante el sueño y la tierra. Todo esto es un gato y mucho más... lo dice cualquier libro de zoología.

Todos los gatos, como estos dos del Jardín Botánico de Buenos Aires o aquel otro solitario caminante de las calles de Lisboa, independientemente de donde vivan y como vivan, son iguales.

Los gatos no tienen fronteras, no tienen nacionalidades ¿será porque en el fondo ellos no son de este mundo?. Definitivamente, "el gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene el enorme prestigio de haber sido ya Dios" Federico García Lorca.

29 septiembre 2006

Pequeña Gran Historia


"Todos los hombres son como flores perdidas en el desierto. Pero cada tanto surge una flor que borra transitoriamente el desierto. Poco importa si esa presencia es o no humana. Los jardines y los desiertos no preguntan la filiación de sus brotes." Roberto Juarroz

La tierra giró para encontrarnos. Fue en un viaje a España hace dos años, pleno invierno, en un pueblo de Navarra llamado Tudela. Conocí una comunidad de gatos a los que encontraba siempre al anochecer alrededor de unos contenedores de basura. Empecé a llevarles comida, cada vez más seguido y a pesar de mi presupuesto. Eran varios gatos de distintos colores: grises, negros, atigrados y una familia de mezcla con siamés. Una de ellas, una gatita con mucho de siamés, empezó de a poco a acercarse a mí porque, como todo gato, no sólo buscaba comida sino también una mano cálida que le acaricie la cabeza, el lomo y su pancita un tanto flaca. Ella fue la única del grupo que se aventuró a buscar mi mano y así fue como empezamos a conocernos: cada día antes y después de la comida, una sesión enorme de mimos nos acercaba. Le hablaba con cariño y ella, Michelina, fue confiando más en mí. Hasta que un día, al terminar su comida, se acercó a mí, me miró y maullando empezó a caminar enérgicamente hacia la esquina, lugar desde donde se giró para esperarme. El resto de la comunidad gatuna también le siguió detrás. Yo seguí su paso firme sobre las calles antiguas y medievales de Tudela. Era casi de noche. La seguí durante unas cuadras hasta que llegamos a un terreno abandonado, cercado con alambre y arrinconado, allí se metieron los gatos, allí entró Michelina, y desde ese lugar me volvió a mirar y a maullar. A partir de ese día, casi nunca la encontraba en los contenedores de basura, la encontraba en ese aquel lugar tan especial que ella había decidido mostrarme. Me había regalado su secreto. Su refugio, su casa. Un acto de entrega y de confianza tan especial que recuerda lo hermosa que puede llegar a ser la vida compartida, con los “otros”.


Los días pasaron y llegó la hora de partir, de dejar Tudela y volver a mi Buenos Aires. Llegó la hora de la despedida. No me olvido. Era un día soleado, hermoso tal vez si no hubiera tenido que dejar a mi amiga. Llegué a su refugio y allí estaba esperándome, le di su comida y pasé largas horas acariciándola y llorando con ella bajo el sol de abril. Ella panza arriba no dejo de ronronear, ni aún cuando le dije adiós y caminé unos pasos para alejarme. Al partir prometí no darme vuelta pero no pude, giré y ahí la vi, sentada, mirándome con su carita tan linda. Supe que no la volvería a ver, que era una despedida para siempre. Y así fue. Volví al año siguiente a Tudela y la busqué en los contenedores de basura, en su refugio-casa y sólo encontré a algunos gatos conocidos de la comunidad, pero no a ella. Que tristeza no saber nunca que fue de Michelina. Nunca la olvidaré, gata hermosa, tengo su foto en mi habitación y cuando pienso en ella prefiero hacerlo con el convencimiento de que encontró a otra persona humana con la que compartir sus secretos y que ella a cambio le regaló su casa con un sillón enorme y mullido donde poder dormir. Un sillón donde deben dormir todos los gatos. Espero que esa haya sido su historia. A veces cuando pienso en Michelina no puedo contener alguna lágrima traviesa que insiste en salir y recordarme la incertidumbre de la vida pero también la intensidad de los encuentros y del azar que los hace posibles. Todo encuentro vale la pena, sea con quien sea. Cuanta saudade dejó en mí. Creo que a partir de ciertos momentos, de alguna manera, nos empezamos a convertir en despedida porque nunca nos deja de pegar la ausencia de aquellos con los que nos dijimos adiós. Tristes despedidas. Adiós Michelina. Adiós.

27 septiembre 2006

La igualdad más allá de la humanidad

“La pregunta no es ¿pueden ellos pensar? Tampoco es ¿pueden ellos hablar? La pregunta es ¿pueden ellos sufrir?” - Jeremy Bentham

Y es así, las personas no-humanas son seres de una vida emotiva muy compleja, seres sensibles capaces de sentir amor, enojo, miedo, angustia, alegría y hasta una empatía especial hacia personas no humanas y humanas. Ellos son capaces de vencer el especismo (discriminación por la especie). Por qué muchos humanos no son capaces de respetar el derecho a la vida y al no-sufrimiento de estos seres?. Todos somos animales, todos los animales somos iguales. La igualdad más allá de la humanidad. Estoy segura que muchos como yo cuando ven y sienten el sufrimiento de un animal se han quedado con las ganas de abrazarle y pedirle perdón, como lo hizo Nietzsche, como lo hizo Teresa con su perro. Evidentemente no todos los “humanos” somos iguales.

“La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales. Y aquí fue donde se produjo la debacle fundamental del hombre, tan fundamental que de ella se derivan las demás.Una de las terneras se acercó a Teresa, se detuvo y la miró largamente con sus grandes ojos castaños. Teresa la conocía. Le llamaba Marqueta. Le hubiera puesto nombre a todas sus terneras, pero no podía. Eran demasiadas. Antes, y seguro que hasta hace cuarenta años, todas las vacas de este pueblo tenían nombre (y dado que el nombre es el signo del alma, puedo afirmar que la tenían, a pesar de Descartes). Pero luego se hizo cargo del pueblo una gran fábrica cooperativa y las vacas pasaron a llevar su vida en dos metros cuadrados, en el establo. Desde entonces no tienen nombres y se han vuelto "machinae animatae". El mundo le ha dado la razón a Descartes. Fue precisamente él quien negó definitivamente que los animales tuvieran alma: el hombre es el propietario y el señor mientras que el animal, dice Descartes, es sólo un autómata, una maquina viviente, "machina animata". Si el animal se queja, no se trata de un quejido, es el chirrido de un mecanismo que funciona mal. Cuando chirría la rueda de un carro, no significa que el eje sufra, sino que no está engrasado.Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocón, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turín. Ve frente a él un caballo y al cochero que lo castiga con el látigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora. Esto sucedió en 1889, cuando Nietzsche se había alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando apareció su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido más amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo. Y ese es el Nietzsche al que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, "ama y propietaria de la naturaleza", marcha hacia adelante.” La Insoportable Levedad del Ser - Milan Kundera