21 octubre 2007

Ventana
















Fotografía de V.M.

22 agosto 2007

Mimos peligrosos

Delicado equilibrio...

02 agosto 2007

Retrato

















"Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed." Manuel Machado

02 mayo 2007

Toto II

Disfrutando en el balcón el otoño porteño.

26 abril 2007

Toto

Este es el nuevo habitante de mi casa, fue encontrado en la calle cuando era muy pequeño, lleno de pulgas, parásitos y con una falta muy grande de calcio. Después de una larga lucha contra los parásitos que lo tuvieron por momentos a suero, el pequeñito fue recuperando poco a poco su salud y sus ganas de vivir.
Hoy es un gato de lo más travieso y atorrante, un poco miedoso con los desconocidos, obsesivo con la comida (sea esta una lombriz, un caracol o un pedazo de pizza que roba al menor descuido) pero sobre todo es un gato tan mimoso y querible que despierta nuestros mejores sentimientos y un deseo enorme de cuidarlo y protegerlo.

Se llama Toto pero también nos gusta decirle "Pestezinha Cinzenta" como lo llamó una amiga muy especial: Rodrigues








03 febrero 2007

Gatidad

















La gata entra en la sala donde estamos reunidos.

No es de angora, no es persa
ni de ninguna marca prestigiosa.
Más bien exhibe en su gastada pelambre
toda clase de cruces y bastardías.

Pero tiene conciencia de ser gata.
Por tanto
pasa revista a los presentes,
nos echa en cara un juicio desdeñoso
y se larga.

No con la cola entre las patas: erguida
como penacho o estandarte de guerra.

Altivez, gatidad,
ni el menor deseo
de congraciarse con nadie.

Duró medio minuto el escrutinio.

Dice la gata a quien entiende su lengua:

Nunca dejes que nadie te desprecie.

(José Emilio Pacheco)



Esta es Nina, la orgullosa gata verdulera del barrio de Palermo en Buenos Aires.


12 enero 2007

Azar






















Azar y gatos, que delicada sintonía en mi vida. El azar juega con nosotros y así lo hace desde siempre conmigo. Caminando por las calles de Lisboa, exactamente por una calle paralela al Elevador da Bica, encontré este lindo gato, pregunté su nombre: se llamaba Garfield. Desde la puerta de su casa lo observaba todo con un aire indiferente. Me quedé un rato con él, lo fotografié y luego seguí mi camino.
Un año más tarde, una amiga me cuenta que estuvo viendo en
"flickr" unas preciosas fotografías de gatos. Y yo, por la curiosidad de una fría tarde de domingo, abrí la página y me dispuse a disfrutar de la belleza de cientos de gatos. Luego de pasar cantidades de páginas y fotos de manera desordenada, rizomática, al mejor estilo deleuziano, me encontré nuevamente con Garfield y su dueña!. "El azar hace girar en las manos el calidoscopio. Millones de cristales de colores que destellan. El azar nos mira profundamente a los ojos. Empezamos a cabecear. Se nos cierran los párpados. Nos dan ganas de reír y de llorar." (W. Szymborska). Tantos gatos en el mundo, tantos gatos en Lisboa, y nuevamente este gato gordo y blanco. Hermoso gato. Hermoso azar.






















La mano no puede
trazar una línea sobre otra
y hacer coincidir todos los puntos.
Pero el azar a veces puede.

Lo mismo ocurre
con la voz y las palabras,
con el rostro y los gestos,
con la vida y los hombres.

El azar es una mano más segura.

Roberto Juarroz

01 enero 2007

Un gato en un piso vacío

Morir, eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no son esos.
La mano que pone el pescado en el plato,
tampoco es aquella que lo ponía.

Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.

Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.

Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Se irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.

Wisława Szymborska



* fotografía tomada de internet quién sabe de donde.