
Azar y gatos, que delicada sintonía en mi vida. El azar juega con nosotros y así lo hace desde siempre conmigo. Caminando por las calles de Lisboa, exactamente por una calle paralela al Elevador da Bica, encontré este lindo gato, pregunté su nombre: se llamaba Garfield. Desde la puerta de su casa lo observaba todo con un aire indiferente. Me quedé un rato con él, lo fotografié y luego seguí mi camino.
Un año más tarde, una amiga me cuenta que estuvo viendo en "flickr" unas preciosas fotografías de gatos. Y yo, por la curiosidad de una fría tarde de domingo, abrí la página y me dispuse a disfrutar de la belleza de cientos de gatos. Luego de pasar cantidades de páginas y fotos de manera desordenada, rizomática, al mejor estilo deleuziano, me encontré nuevamente con Garfield y su dueña!. "El azar hace girar en las manos el calidoscopio. Millones de cristales de colores que destellan. El azar nos mira profundamente a los ojos. Empezamos a cabecear. Se nos cierran los párpados. Nos dan ganas de reír y de llorar." (W. Szymborska). Tantos gatos en el mundo, tantos gatos en Lisboa, y nuevamente este gato gordo y blanco. Hermoso gato. Hermoso azar.

La mano no puede
trazar una línea sobre otra
y hacer coincidir todos los puntos.
Pero el azar a veces puede.
Lo mismo ocurre
con la voz y las palabras,
con el rostro y los gestos,
con la vida y los hombres.
El azar es una mano más segura.
Roberto Juarroz